El Papa en Navidad: El nacimiento de Jesús trae la esperanza de un mundo de justicia y paz

CIUDAD DEL VATICANO (CNS) -- Al celebrar la Misa de Navidad después de abrir el Año Santo 2025, el Papa Francisco dijo que el nacimiento de Jesús llena a los cristianos de esperanza y de valor para trabajar por la paz y la justicia.

"Esta es nuestra esperanza: Dios es el Emmanuel, el Dios-con-nosotros", dijo en la Misa del 24 de diciembre en la Basílica de San Pedro ante una gran multitud. En una ventosa noche de invierno, miles de personas estaban sentadas en la Plaza de San Pedro viendo la liturgia en pantallas de vídeo.

"El infinitamente grande se hizo pequeño; la luz divina brilló entre las tinieblas del mundo; la gloria del cielo se asomó a la tierra -- ¿cómo? -- en la pequeñez de un Niño", dijo el Papa. "Y si Dios viene, aun cuando nuestro corazón se asemeja a un pobre pesebre, entonces podemos decir de verdad: La esperanza no ha muerto; ¡la esperanza está viva y envuelve nuestras vidas para siempre! La esperanza no defrauda".

La "Misa de Nochebuena", a menudo denominada "Misa de medianoche", no se celebraba a medianoche en el Vaticano desde 2009. El Papa Francisco comenzó la liturgia hacia las 7:30 p.m. tras abrir la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro.

La oficina de prensa del Vaticano dijo que 6.000 personas estaban dentro de la basílica y, cuando el Papa abrió la Puerta Santa, unas 25.000 personas estaban en la plaza. Decenas de sacerdotes salieron para distribuirles la Comunión durante la Misa.

Al comienzo de la Misa, 10 niños, que se encontraban entre los primeros peregrinos en cruzar el umbral de la Puerta Santa, colocaron flores alrededor de una estatuilla de Jesús que descansaba frente al altar mayor de la basílica.

El Papa Francisco eligió "Peregrinos de esperanza" como tema del Año Santo, que la Iglesia católica celebra cada 25 años como un tiempo especial de peregrinación, conversión y renovación de la fe.

Añadiendo a su texto preparado, el Papa dijo a la gente: "¡Hay tantas desolaciones en nuestro tiempo! Pensemos en las guerras, a los niños ametrallados, a las bombas sobre las escuelas y sobre los hospitales", referencias que ha aplicado tanto a la guerra de Rusia contra Ucrania como a las acciones de Israel en Gaza.

La esperanza no es indiferente, sino que requiere valentía, dijo. Significa no tener miedo a alzar "la voz contra el mal ni contra las injusticias que se cometen sobre la piel de los más pobres".

La esperanza cristiana, "mientras nos invita a la paciente espera del Reino que germina y crece", dijo, "exige de nosotros la audacia de anticipar hoy esta promesa, a través de nuestra responsabilidad, y también a través de nuestra compasión".

"En esta noche, Dios dice a cada uno: ¡también hay esperanza para ti!", dijo el Papa en su homilía. Para recibir ese don de la esperanza, basta con ponerse en camino, como hicieron los pastores de Belén, al encuentro de Jesús.

"Para los cristianos, la esperanza no es un 'final feliz' que hay que esperar pasivamente -- no es un 'happy ending' de una película --, sino que es una promesa, es la promesa del Señor, que hemos de acoger aquí y ahora en esta tierra que sufre y que gime", dijo el Papa Francisco.

El don de la esperanza requiere una respuesta, dijo. Dios pide a la gente que no "nos detengamos en la mediocridad y en la pereza", sino que se dé cuenta de cuándo las cosas van mal e intente cambiarlas.

"La esperanza nos pide que nos hagamos peregrinos en busca de la verdad, soñadores incansables, mujeres y hombres que se dejan inquietar por el sueño de Dios; que es el sueño de un mundo nuevo, donde reinan la paz y la justicia", dijo el Papa Francisco.

El Año Santo, dijo, "nos invita a redescubrir la alegría del encuentro con el Señor, nos llama a la renovación espiritual y nos compromete en la transformación del mundo, para que este llegue a ser realmente un tiempo jubilar. Que llegue a serlo para nuestra madre tierra, desfigurada por la lógica del beneficio; que llegue a serlo para los países más pobres, abrumados por deudas injustas; que llegue a serlo para todos aquellos que son prisioneros de viejas y nuevas esclavitudes".

Como cristianos, dijo el Papa, "todos nosotros tenemos el don y la tarea de llevar esperanza allí donde se ha perdido; allí donde la vida está herida, en las expectativas traicionadas, en los sueños rotos, en los fracasos que destrozan el corazón; en el cansancio de quien no puede más, en la soledad amarga de quien se siente derrotado, en el sufrimiento que devasta el alma; en los días largos y vacíos de los presos, en las habitaciones estrechas y frías de los pobres, en los lugares profanados por la guerra y la violencia. Llevar esperanza allí, sembrar esperanza allí".

Al final de la Misa, escoltado por niños, el Papa Francisco llevó en su regazo la estatuilla del Niño Jesús mientras un ayudante le empujaba en su silla de ruedas hacia el Nacimiento, situado en la parte trasera de la basílica, para que pudiera ser puesto en el pesebre.