byPor Carol Glatz, Catholic News Service
Gente reza en esta foto de archivo de 2015 tomada durante el encuentro del Papa Francisco con carismáticos católicos en la Plaza de San Pedro del Vaticano. (Foto CNS/Paul Haring)
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CIUDAD DEL VATICANO (CNS) -- La Iglesia católica es una humanidad nueva y reconciliada gracias al don del Espíritu Santo, que es fuente de comunión, armonía y fraternidad, escribió el Papa Francisco.
“El Espíritu puede dar la verdadera paz al corazón humano, y esta es la condición para superar los conflictos en las familias, en la sociedad, en las relaciones entre las naciones”, dijo el Papa en un mensaje escrito al Servicio Internacional para la Renovación Carismática Católica, también conocido como “Charis”.
Los miembros de la organización se encontraban en Roma para su peregrinación jubilar del 3 de abril, dedicada a “una jornada de renovación carismática en el corazón de la Iglesia”. Los miembros también participaban en una serie más larga de eventos, que incluían un curso de formación, reuniones y oración del 31 de marzo al 6 de abril.
Aunque estaba previsto que el grupo tuviera una audiencia con el Papa el 3 de abril, éste les envió en su lugar un mensaje escrito debido a su convalecencia tras recuperarse de una serie de infecciones pulmonares.
El Papa Francisco equiparó su jornada de “vehemente oración de intercesión por el Pueblo de Dios y por el mundo entero” en “el corazón de la Iglesia” a ser un corazón palpitante que bombea sangre por todo el cuerpo.
De este modo, “ustedes desean no sólo ‘concentrarse’ en la Iglesia, sino al mismo tiempo abrirse a sus horizontes universales, asumiendo las intenciones del Papa, de modo especial aquella por la paz y la reconciliación”, escribió.
“El Espíritu Santo, don del Señor resucitado, crea comunión, armonía y fraternidad. Esta es la Iglesia: una nueva humanidad reconciliada”, dijo en su mensaje.
“Queridos amigos, esta experiencia no es sólo para ustedes, ¡es para todos! Llévenla al mundo como fuente de esperanza y de paz”, escribió. “Los exhorto a ser testigos y artesanos de paz y de unidad; a buscar siempre la comunión, comenzando por sus grupos y comunidades.
“Que el vínculo con sus responsables no sea nunca motivo de conflicto. Sientan el gusto de la colaboración, especialmente con las comunidades parroquiales, y el Señor los bendecirá con abundantes frutos”, escribió.