ROMA (CNS) -- Cuando un sacerdote experimenta la alegría de creer verdaderamente en Jesucristo y acogerlo como amigo, se nota, dijo el Papa León XIV a los sacerdotes.

"La felicidad del ministro refleja un verdadero encuentro con Cristo, que lo sostiene en la misión y en el servicio",afirmó durante una reunión en el marco del Jubileo Sacerdotal.

Cientos de sacerdotes y personas involucradas en la formación y las vocaciones sacerdotales participaron en un encuentro en el Auditorio de la Conciliazione en Roma el 26 de junio, titulado "Sacerdotes felices: 'Yo los llamo amigos'", en referencia a la unión de Jesús con sus discípulos en el Evangelio de San Juan (15,15).

El cardenal Lazarus You Heung-sik, prefecto del Dicasterio para el Clero, dio la bienvenida al Santo Padre y dijo: "Estamos aquí porque sabemos que un sacerdote feliz es el mejor anuncio del Evangelio".

"En el corazón del Año Santo, juntos queremos dar testimonio de que es posible ser sacerdotes felices", dijo el Papa entre aplausos. Su alegría radica en que Cristo los llama y los hace sus amigos: "una gracia que queremos acoger con gratitud y responsabilidad".

Las palabras de Jesús: "Yo los llamo amigos", son la clave para comprender el ministerio sacerdotal, afirmó el Papa León.

"El sacerdote, de hecho, es un amigo del Señor, llamado a vivir con Él una relación personal y confidencial, alimentada por la Palabra, la celebración de los sacramentos y la oración diaria", afirmó.

"Esta amistad con Cristo es el fundamento espiritual del ministerio ordenado, el sentido de nuestro celibato y la energía del servicio eclesial al que dedicamos nuestra vida", añadió. "Nos sostiene en los momentos de prueba y nos permite renovar cada día el "sí" pronunciado al inicio de la vocación".

El Papa León subrayó la importancia de la encíclica de 2024 del Papa Francisco, "'Dilexit Nos' ('Él nos amó'): sobre el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo" para toda la Iglesia y para su vocación.

Hablando en la víspera de la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, el Santo Padre afirmó que "es de esta "zarza ardiente" de donde proviene nuestra vocación; es de esta fuente de gracia de donde queremos dejarnos transformar".

"Nuestro tiempo nos desafía, muchos parecen haberse alejado de la fe, pero en lo profundo de muchas personas, especialmente de los jóvenes, hay sed de infinito y de salvación", dijo.

"Por eso, queremos recuperar juntos el impulso misionero", añadió, en una misión que "propone con valentía y amor el Evangelio de Jesús".

"A través de nuestra acción pastoral, es el Señor mismo quien cuida de su rebaño, reúne a los dispersos, se inclina sobre los heridos, sostiene a los desanimados", afirmó el Papa. "Imitando el ejemplo del Maestro, crecemos en la fe y nos convertimos así en testigos creíbles de la vocación que hemos recibido".

"Cuando uno cree, se nota", concluyó.

El Papa les agradeció "¡por lo que son! porque recuerdan a todos que es hermoso ser sacerdotes, y que cada llamada del Señor es ante todo una llamada a su alegría".

"No somos perfectos, pero somos amigos de Cristo, hermanos entre nosotros e hijos de su tierna Madre María, y esto nos basta", dijo.

En un discurso improvisado antes de impartir su bendición final, el Papa León animó a los sacerdotes a saber que nunca están solos, incluso si ejercen su ministerio en lugares remotos.

Su vida espiritual necesita ser nutrida, así que "cuando necesitamos ayuda: busquen un buen 'acompañante', un director espiritual, un buen confesor", dijo.

"Traten de vivir lo que el Papa Francisco llamaba tantas veces la 'cercanía': cercanía con el Señor, cercanía con el obispo o el superior religioso, y cercanía también entre ustedes, porque realmente deben ser amigos, hermanos", dijo.

"Vivir esta hermosa experiencia de caminar juntos sabiendo que estamos llamados a ser discípulos del Señor. Tenemos una gran misión y juntos podemos llevarla a cabo. Contemos siempre con la gracia de Dios, también con mi cercanía, y juntos podremos ser verdaderamente esta voz en el mundo", dijo.