El Papa comienza su visita a Mongolia hablando sobre la paz y el respeto por la Tierra

ULÁN BATOR, Mongolia (CNS) -- En una tierra fronteriza con Rusia y China, y que tiene profundos lazos con ambas, el Papa Francisco dijo a los líderes mongoles que su país puede desempeñar "un papel significativo en el corazón del gran continente asiático y en el escenario internacional", en particular en la construcción de la paz.


 

Tras rendir homenaje a la historia de Mongolia ante una estatua de Gengis Kan en el exterior del Palacio de Estado del 2 de septiembre en la mañana, el Papa invocó la "Pax Mongolica" de los siglos XIII y XIV, cuando la paz reinaba en todas las tierras conquistadas del vasto imperio mongol.

En un país que sólo cuenta con unos 1.450 católicos, apenas unos centenares de personas acudieron a la plaza de Sükhbaatar, frente al Palacio de Estado, para ver al Papa.

Yu Qian, un estudiante de doctorado de Beijing, estaba allí "porque todas las mañanas hago tai chi aquí y vi que estaban celebrando una ceremonia". Él dijo que no es religioso.

Un grupo de una docena de católicos de la China continental, con chaquetas que decían "Ama a Jesús", también estuvieron presentes, pero no quisieron conceder entrevistas y plegaron sus pequeñas banderas chinas cuando se acercaron las cámaras de televisión.

Una oficina del partido comunista chino emitió una orden prohibiendo a los católicos ir a Mongolia para la visita papal. El cardenal designado Stephen Chow Sau-yan, de Hong Kong, dijo al Catholic News Service el 1 de septiembre que ningún obispo o sacerdote del continente estaría en Ulán Bator, pero que algunos fieles podrían cruzar la frontera.

El Hermano de Taizé Han-Yol vino de Corea del Sur. "Como el Santo Padre viene a este pequeño rebaño, me dije que tenía que ir y solidarizarme", dijo. La visita del Papa "es un estímulo no sólo para los católicos de aquí, sino para todos los católicos de la región, incluida China".

Cecilia Uugantsetseg, una mongola que se hizo católica en 2004, estaba en la plaza desde temprano con sus cuatro hijos. "He estado esperando a Papa Francisco", dijo.

Tras la bienvenida formal en la plaza, el Papa Francisco mantuvo una reunión privada con el presidente de Mongolia, Ukhnaagiin Khürelsükh, en un ger ceremonial, a veces denominado yurta.

A continuación, los dos líderes se unieron a varios cientos de dirigentes de la sociedad mongola y miembros del cuerpo diplomático para intercambiar discursos. Ambos hablaron de la necesidad de paz.

"Quiera el cielo que, sobre la tierra, devastada por tantos conflictos, se recreen también hoy, en el respeto de las leyes internacionales, las condiciones de aquello que en un tiempo fue la pax mongola, es decir, la ausencia de conflictos", dijo el Papa.

Citó un proverbio mongol: "Las nubes pasan, pero el cielo permanece".

"Que así pasen las nubes oscuras de la guerra, que se disipen por la firme voluntad de una fraternidad universal en la que las tensiones se resuelvan sobre la base del encuentro y del diálogo, y que a todos se les garanticen los derechos fundamentales", dijo el Papa.

"Aquí, en este país tan rico en historia y abierto al cielo, imploremos este don de lo alto, y pongámonos manos a la obra para construir juntos un futuro de paz", dijo.

Mongolia, dijo el presidente, "defiende el mantenimiento y el fortalecimiento de la paz y la seguridad mundial y regional y persigue una política exterior amante de la paz, abierta, independiente y multi-pilar", incluyendo "el compromiso activo con nuestros vecinos inmediatos y terceros".

Tanto el Papa Francisco como Khürelsükh destacaron también la larga tradición de tolerancia religiosa de Mongolia.

El Papa Francisco se presentó como "peregrino de la amistad", que llega "de puntillas y con el corazón alegre" al país menos poblado del mundo.

En Mongolia, donde viven unos 3,3 millones de personas, el budismo y el chamanismo se consideran las religiones tradicionales, aunque la práctica religiosa aún no se ha recuperado de los 70 años de estricto régimen comunista. Muchos consideran que el cristianismo es una importación extranjera o incluso una amenaza para la cultura tradicional de la nación.

En su encuentro con los líderes nacionales, el Papa Francisco rindió homenaje a los valores que todas las personas de buena voluntad deberían compartir. E, instando al cuidado del entorno natural, señaló la sabiduría que los mongoles modernos podrían extraer de "la visión holística de la tradición chamánica mongola, y el respeto por todo ser viviente proveniente de la filosofía budista".

Ambas, dijo, representan "una contribución válida al compromiso urgente e impostergable por la tutela del planeta Tierra".

Los valores religiosos, dijo, son también un antídoto contra "el peligro que representa el espíritu consumista de hoy en día, que además de crear muchas injusticias, lleva a un individualismo que olvida a los demás y a las buenas tradiciones recibidas".

Pero el Papa también expresó su esperanza de que las negociaciones en curso entre el Vaticano y Mongolia, así como la nueva legislación, puedan facilitar la entrada de misioneros católicos en el país y desarrollar su labor no só